28/7/09

Desigualdades de la vida

En nuestro diario vivir notamos muchas diferencias, quien hace el mal se sale con la suya; y, el que procura el bien no siempre le va bien.
De esta “desigualdad” en particular nos habla la palabra de Dios en el libro de Eclesiastés capítulo 8 del verso 10 en adelante hace énfasis en esta clara diferencia.
Vivimos en un mundo donde la maldad se percibe a distancia donde el calor humanitario se ha perdido, y muchos de nosotros en algún momento de nuestras vidas vemos la injusticia salir triunfante. Más tarde se puede concebir el error de pensar que “los malos en este mundo si ganan”
Eclesiastés nos enseña que esto es una realidad y dice: “ … por cuanto no se ejecuta sentencia sobre la mala obra el corazón de los hijos de los hombres está en ellos dispuesto para hacer el mal” (Ecl 8:11) . En pocas palabras somos influenciados por la maldad y el error de los demás y creemos que como no se hizo justicia en ese momento así será para siempre; pero: “aunque el pecador haga mal cien veces, y prolongue sus días con todo ye sé que les irá bien a los que a Dios temen, los que temen ante su presencia…” (Ecl 8:12)
Quizá en esta vida quienes hacen maldad puedan gozar de muchos beneficios materiales entre otras cosas, pero sus vidas son como sombra y es vana su manera de vivir pues de nada sirve enriquecerse ilícitamente porque nada trajimos de este mundo y nada podemos sacar de él.
Es aquél que busaca las cosas de arriba las cosas que de verdad duran para siempre quien tiene la verdadera riqueza.
Si bien al justo y al impío sufren aventuras y desventuras es mejor estar tomado de Cristo quien murió para darnos salvación, que estar solos.
“Aún hay esperanza para todo aquel que está entre los vivos” (Ecl 9:4)
“pero los muertos nada saben… y nunca más tendrán parteen todo lo que se hace debajo del Sol… (Ecl 9:5-6)
Vivamos las vidas que Dios nos dio tomados de su mano haciendo el bien sin mirar a quien, llevando una vida que agrade a nuestro Salvador desechando la maldad y venciéndola con el bien. Jesús con su sacrificio nos ha dado autoridad para enfrentar el día a día con nuevas fuerzas sin envidiar ni codiciar…
Aunque haya desigualdad en este mundo Dios puede ver en nuestros corazones aún mejor que nosotros y el conoce a aquel que agrada su corazón.
Así que tú que lees este mensaje si te encuentras tentado a cometer un error o ya lo has cometido pídele a Dios que te perdone y te ayude a cambiar el área en el que estés fallando. No permitas que la balanza se incline más al mal.

“No es de los ligeros la carrera,
Ni la guerra del más fuerte,
Ni aún de los sabios el pan,
Ni de los prudentes la riqueza,
Ni de los elocuentes el favor,
Sino que tiempo y ocasión acontece a todos
Eclesiastés 9:11

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